Que Significado Tuvo Para Europa La Derrota De Los Fascismos

Fascismo mussolini

“A falta de una alternativa de izquierdas, son la única fuerza que se presenta como “antisistema” (es decir, contra los partidos mayoritarios), aunque, como demuestran los movimientos de Meloni, son antisistema sólo en la retórica”

“Un espectro recorre Europa: el espectro del comunismo”, con estas palabras Karl Marx y Friedrich Engels comienzan su Manifiesto Comunista. Sin embargo, al comienzo de la tercera década del siglo XXI, un espectro diferente se cierne sobre Europa: el del (neo)fascismo.

En lo que va de año, ocho países de la Unión Europea han celebrado elecciones a los órganos centrales de gobierno: Portugal (parlamento), Malta (parlamento), Hungría (parlamento, y también presidenciales, pero de forma indirecta -ya que todas las competencias del presidente en Hungría son simbólicas, por lo que no son elecciones importantes-), Francia (presidente y parlamento), Eslovenia, Suecia, República Checa (un tercio del senado, por lo que las elecciones no cambiarán el gobierno) e Italia (parlamento). En todas estas elecciones, las fuerzas de extrema derecha obtuvieron ganancias.

¿Cómo acabó el fascismo en Europa?

Desde Gran Bretaña, los aviones aliados bombardearon las ciudades alemanas. Las tropas norteamericanas se lanzaron desde el sur, a través de Italia. Los partisanos italianos derrocaron su gobierno fascista, cambiaron de bando y se unieron a los aliados. Derrotar a una sociedad totalitaria como la Alemania fascista requería una guerra total, y la victoria tuvo un gran coste.

¿Cuál es el objetivo final del fascismo?

“Objetivos fascistas”: la creación de una dictadura nacionalista para regular la estructura económica y transformar las relaciones sociales dentro de una cultura moderna y autodeterminada, y la expansión de la nación en un imperio.

Fascismo europa

La Primera Guerra Mundial no sólo fue la condición previa para el surgimiento de los movimientos fascistas de forma general: en definitiva, los fascistas se presentaron como los herederos de los combatientes de trinchera. Los Sturmtruppen alemanes y los arditi italianos fueron elegidos por los movimientos de derecha del nacionalsocialismo y el fascismo como modelos de un nuevo “soldado político”; también pasaron a formar parte de la mitología creada por los regímenes para reforzar el consentimiento popular. Las milicias de ambos movimientos se apropiaron de los símbolos y las prácticas de las tropas de asalto para contraponerse al statu quo político. Tras el acceso al poder, la herencia de la guerra fue adoptada por los sistemas simbólicos de referencia de los regímenes como factor unificador y legitimador, aunque en un rango secundario.

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La Primera Guerra Mundial representó un punto de inflexión en la historia del mundo y tuvo importantes consecuencias. En primer lugar, fue, quizás, la “brutalización de la política” que dejaría una profunda huella en la vida y el comportamiento político de millones de personas, y de sistemas políticos enteros. Fue una brutalización que trajo consigo la deshumanización del enemigo, la aceptación de cualquier tipo de violencia como algo normal o aceptable, y el estallido del racismo. Recientemente, autores como John Horne y Benjamin Ziemann han advertido del peligro de sobredimensionar el término embrutecimiento, introducido por George Mosse (1918-1999) al analizar el caso alemán,[1] afirmando que no puede utilizarse como explicación general de la complejidad de la política y la cultura de posguerra[2] El cansancio y el deseo de paz y estabilización fueron también factores importantes para muchos excombatientes al final del conflicto, en su regreso a la vida civil.

Fascismo frente a nacionalismo

En sus esfuerzos por “nacionalizar” a las masas italianas, el fascismo aplicó la imaginería y las metáforas de la guerra a la producción económica, como se puso de manifiesto en las “batallas” altamente propagandizadas, pero en gran medida infructuosas, por la autarquía nacional de las materias primas y el trigo.      Mussolini afirmaba atender las necesidades de los trabajadores al tiempo que rechazaba el socialismo, según el principio, consagrado en la Carta Fascista del Trabajo de 1927, de que el anterior conflicto entre patrones y empleados quedaba superado al convertirse ambos en “productores” para la nación.    La puesta en práctica durante los años 30 del “Estado corporativo”, consistente en órganos representativos de los empresarios y los trabajadores para cada sector de la economía, sólo reflejó superficialmente esta idea.    En la práctica, el régimen favorecía a los empresarios en detrimento de los trabajadores. Tras la depresión económica de los años 30, las grandes empresas se beneficiaron de la intervención del Estado para salvar a las empresas en quiebra y de la preparación del fascismo para la guerra a largo plazo y la ocupación de territorios extranjeros.    A pesar de las medidas de bienestar del Estado, un gran número de trabajadores y sus familias vieron disminuir su nivel de vida.    Los sindicatos fascistas hicieron poco para protegerlos contra los recortes salariales y los despidos.    Mientras la propaganda exaltaba la vida rural, la política económica del régimen empobrecía sobre todo a las masas campesinas.

  Biografia De Carmen Tello

El fascismo en Italia

En sus esfuerzos por “nacionalizar” a las masas italianas, el fascismo aplicó la imaginería y las metáforas de la guerra a la producción económica, como se puso de manifiesto en las “batallas” altamente propagandizadas, pero en gran medida infructuosas, por la autarquía nacional de las materias primas y el trigo.      Mussolini afirmaba atender las necesidades de los trabajadores al tiempo que rechazaba el socialismo, según el principio, consagrado en la Carta Fascista del Trabajo de 1927, de que el anterior conflicto entre patrones y empleados quedaba superado al convertirse ambos en “productores” para la nación.    La puesta en práctica durante los años 30 del “Estado corporativo”, consistente en órganos representativos de los empresarios y los trabajadores para cada sector de la economía, sólo reflejaba superficialmente esta idea.    En la práctica, el régimen favorecía a los empresarios en detrimento de los trabajadores. Tras la depresión económica de los años 30, las grandes empresas se beneficiaron de la intervención del Estado para salvar a las empresas en quiebra y de la preparación del fascismo para la guerra a largo plazo y la ocupación de territorios extranjeros.    A pesar de las medidas de bienestar del Estado, un gran número de trabajadores y sus familias vieron disminuir su nivel de vida.    Los sindicatos fascistas hicieron poco para protegerlos contra los recortes salariales y los despidos.    Mientras la propaganda exaltaba la vida rural, la política económica del régimen empobrecía sobre todo a las masas campesinas.

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