Religión teotihuacana
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Teotihuacan /teɪˌoʊtiːwəˈkɑːn/[1] (español: Teotihuacán) (pronunciación en español: [teotiwa’kan] (escuchar); pronunciación náhuatl moderna (help-info)) es una antigua ciudad mesoamericana situada en un subvalle del Valle de México, que se encuentra en el Estado de México, a 40 kilómetros (25 mi) al noreste de la actual Ciudad de México. Teotihuacán es conocida hoy en día por ser el lugar donde se encuentran muchas de las pirámides mesoamericanas más importantes desde el punto de vista arquitectónico que se construyeron en la América precolombina, concretamente la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna. En su apogeo, quizá en la primera mitad del primer milenio (1 a 500 d.C.), Teotihuacán fue la mayor ciudad de América, con una población estimada en 125.000 habitantes o más,[2][3] lo que la convierte en la sexta ciudad más grande del mundo durante su época[4].
Teotihuacan vs tenochtitlan
TeotihuacánImagina que puedes visitar las tumbas de los dioses. Sería una sensación muy loca, ¿verdad? Para los antiguos mexicas (el pueblo conocido por sus enemigos como los aztecas) esto era en realidad una posibilidad, o así lo creían. En las afueras del valle donde vivían los mexicas se encontraban las ruinas de la gran ciudad de Teotihuacán. Teotihuacán fue uno de los primeros centros urbanos del centro de México, construido entre los siglos I y VII de nuestra era. Este pueblo construyó la primera arquitectura monumental de la región, organizó las primeras ciudades complejas y luego desapareció. Sabemos muy poco sobre quiénes eran estas personas. Incluso el nombre, Teotihuacán, no era el suyo. Cuando los mexicas llegaron siglos después, encontraron las ruinas de una gran metrópolis. Para los mexicas, ningún pueblo ordinario podría haber creado una ciudad tan magnífica. Por ello, le dieron el nombre náhuatl de Teotihuacán: la ciudad de los dioses.
Pirámide del Sol de TeotihuacánLa pirámide del Sol de Teotihuacán es la mayor de las dos pirámides de la antigua ciudad. Es la hazaña arquitectónica más impresionante de Teotihuacan, ya que se eleva 66 metros de altura con una base que mide 225 x 222 metros. La enorme estructura está orientada hacia el oeste y consiste en varias capas de cuadrados cónicos construidos uno encima de otro. Es la tercera pirámide más grande del mundo.
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Los reyes y señores mesoamericanos gobernaban sobre densas poblaciones de agricultores y comerciantes que les apoyaban con impuestos y tributos. Los palacios de piedra, los templos y los tribunales de pelota dominaban las ciudades y los centros políticos. Los escribas registraban genealogías, historias y mitos. Las sociedades locales compartían en general un conjunto de tradiciones y creencias ideológicas, pero nunca estuvieron unificadas étnica o políticamente.
Los mesoamericanos estaban en contacto con los hohokam en el suroeste de Estados Unidos y con Colombia y Panamá al sur. Existían rasgos culturales compartidos a pesar de las altas montañas y los bosques tropicales, que estimulaban la diversidad.
Las sociedades mesoamericanas eran tecnológicamente simples. No se utilizaban grandes animales domésticos para la tracción o el transporte, ni existían dispositivos como poleas, vehículos con ruedas, velas o máquinas de ningún tipo, lo que demuestra que la civilización puede no estar relacionada con la innovación tecnológica.
El Preclásico (o Formativo) de Mesoamérica se caracterizó en su día como una época de comunidades agrícolas sencillas, eclipsada por las culturas clásicas que surgieron repentinamente después del año 250 d.C. Los arqueólogos reconocen ahora dos largas tendencias evolutivas que condujeron a la civilización clásica. En primer lugar, la difusión de la agricultura, con sus consecuencias sociales, políticas, económicas, tecnológicas y demográficas. En segundo lugar, la aparición de la complejidad social, política e ideológica.
Quién vivió en Teotihuacan
Los mexicas acabaron por adaptar Tenochtitlán a este fantasma de ciudad y convirtieron las ruinas en una especie de refugio de verano para la élite. Llamaron a la antigua carretera la Avenida de los Muertos y a las dos pirámides más grandes las Pirámides del Sol y de la Luna. A la antigua ciudad la llamaron Teotihuacán, el lugar donde nacen los dioses.
Unos 200 años después, en 1521, los conquistadores españoles derribaron el imperio de los mexicas. Y durante cientos de años Teotihuacán descansó en una suave decadencia. Cuando los arqueólogos empezaron a excavar el sitio en serio a principios del siglo XX, no tenían mejor idea de quién construyó el lugar que la que tenían los mexicas. Muchos pensaron que se trataba de un asentamiento menor erigido por tribus dispersas que luego fueron subsumidas por los invasores. Hoy en día los estudiosos saben que Teotihuacán es en realidad mucho más antiguo e importante de lo que cualquiera de aquellos primeros investigadores podría haber imaginado. Fue el corazón de un extenso imperio que precede a todas las civilizaciones de las tierras altas de la región y que llegaba hasta 700 millas de distancia. Una ciudad que rivalizaba, y quizá incluso dominaba, con los poderosos reinos mayas de Guatemala y Honduras.