Cuadros de Velázquez
De la mano de uno de los críticos de arte más expertos del mundo, la increíble historia real -en parte historia del arte y en parte misterio- de un retrato de Velázquez que desapareció y del obsesionado librero del siglo XIX decidido a demostrar que lo había encontrado.
Cuando John Snare, un librero de provincias del siglo XIX, viajó a una subasta de liquidación, se topó con un vívido retrato del rey Carlos I que desafiaba cualquier explicación. El Carlos del cuadro era joven -demasiado joven para ser rey- y a la vez demasiado joven para ser pintado por el pintor flamenco al que se atribuía la obra. Snare había encontrado algo increíble, pero ¿qué?
Su investigación le llevó a Diego Velázquez, cuyo retrato del príncipe Carlos, perdido hace tiempo, ha eludido a los expertos en arte durante generaciones. Velázquez (1599-1660) era el pintor oficial de la corte de Madrid, durante la época en que el Imperio español se tambaleaba al borde del colapso. Cuando el príncipe Carlos de Inglaterra -un hombre lo suficientemente rico como para ayudar a cambiar la fortuna de España- se aventuró a ir a la corte para proponerle matrimonio con una princesa española, le permitió sólo unas horas para sentarse a retratarlo. Snare creía que sólo Velázquez podría haber superado este reto. Pero al hacer pública su teoría, Snare fue condenado al ostracismo, víctima de aristócratas y críticos que le acusaron de fraude, y se vio obligado a elegir, como el propio Velázquez, entre el arte y la familia.
Cómo murió Diego Velázquez
Por sus dotes más que elogiables, el pintor nos ha conservado la España del siglo XVII hasta donde la representan los círculos de la corte; pero entre los muchos cargos que se le imputan a Felipe IV hay que añadir el de limitar el alcance y mutilar la capacidad de un artista que no puede situarse en segundo lugar.
Hasta aquí la literatura. En el arte, el pintor ha influido en muchos modernos. Manet, Courbet, Corot, Millet, Whistler, son algunos de los hombres cuya obra brilla a la luz del Prado, y la lista podría prolongarse indefinidamente, ya que todos los trabajadores del arte más serios acuden a Velázquez, seguros de que, sean cuales sean sus objetivos e ideales, él confirmará y reforzará lo mejor de ellos. Saben, además, que pueden volver una y otra vez, y que las ricas reservas de orientación y estímulo en la persecución de los ideales son tan inagotables como el barril de harina que no se desperdició, y la vasija de aceite que no falló, en la casa de la viuda de Sarepta.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (bautizado el 6 de junio de 1599 – 6 de agosto de 1660) fue un pintor español, el principal artista de la corte del rey Felipe IV de España y Portugal, y del Siglo de Oro español. Fue un artista individualista del periodo barroco (c. 1600-1750). Comenzó a pintar en un estilo tenebrista preciso, para luego desarrollar una manera más libre caracterizada por una pincelada audaz. Además de numerosas representaciones de escenas de importancia histórica y cultural, pintó decenas de retratos de la familia real española y de plebeyos, que culminaron en su obra maestra Las Meninas (1656).
Retrato ecuestre de Felipe IV
De todos los misterios que encierra este cuadro, el espejo se lleva la palma. Los estudiosos aún no están seguros de si el espejo refleja a los verdaderos reyes o a un retrato pintado de la pareja. Sin embargo, no se ha encontrado ningún retrato real de la pareja. El espejo ha obligado a los historiadores a estudiar la escala, la geometría y la perspectiva del cuadro. Algunos suponen que la pareja estaba de pie y miraba al artista mientras pintaba, otros dicen que la princesa se negó a participar en un retrato familiar y que su dama de honor trata de persuadirla. El chambelán es otro aspecto importante del cuadro: ¿entra en la escena o sale? Los chambelanes tienen la función de abrir los pasillos a los miembros de la realeza cuando entran o salen de la habitación. Debido a la perspectiva del cuadro, los amantes del arte afirman que el punto principal del cuadro es el chambelán, que desprende un ambiente misterioso.
Los historiadores del arte afirman que esta obra es una máquina de viajar en el tiempo que teletransporta al espectador a la corte del siglo XVII y muestra el papel de cada personaje. Las Meninas es una obra maestra visualmente impactante que hace que el espectador se cuestione si está en el cuadro o no. Desde un punto de vista racional, es imposible estar en un cuadro de 1656, pero por la forma en que el artista ha utilizado la composición y las figuras, el espectador no puede determinar dónde situarse con respecto a él. El estilo de la pintura realista nos lleva al estudio de un pintor del siglo XVII. Este cuadro no tiene un profundo simbolismo ni tiene nada que ver con la religión o con cuestiones sociales. Es simplemente un retrato de la vida cotidiana. Sin embargo, como hace que el espectador se cuestione su posición, se convierte en algo inolvidable. En Las Meninas, gracias a la combinación de la ilusión óptica y la representación realista de la historia, el espectador se ve a sí mismo como parte de una obra maestra de la historia, y así queda grabado en nuestra mente.
Comentarios
El pintor Diego Velázquez (1599-1660), comúnmente conocido como Velázquez, fue un pintor de inmenso talento que alcanzó gran protagonismo durante el Siglo de Oro del arte y la literatura en España. Las Meninas (1656), su cuadro más conocido, es un complejo retrato de la hija del rey y ha inspirado a innumerables artistas, como Goya y Picasso.
Velázquez fue el mayor pintor español del siglo XVII. De todos los cuadros del Prado, el principal museo nacional de arte de España, Las Meninas de Velázquez es el más memorable de sus pinturas, a menos que prefiera su Triunfo de Baco, o su Apolo en la fragua de Vulcano, o La rendición de Breda, o Las hilanderas, o incluso el extraño y maravilloso Marte, dios de la guerra.
Entonces, si está en la National Gallery de Londres, puede pensar que la Venus de Rockeby de Velázquez es su mejor cuadro; o si está en las National Galleries de Escocia, su Una anciana cocinando huevos; o si está en Apsley House de Londres, su Waterseller de Sevilla; o si está en Estados Unidos, el Juan de Pareja del Metropolitan Museum, la poderosa imagen de un negro grandioso y seguro de sí mismo, el ayudante esclavizado de Velázquez, al que el pintor liberó de su esclavitud cuatro años después.